Lyanna Stark || Casting

Los tenues rayos del Sol acariciaron con delicadeza la piel nívea de aquella doncella de nieve y de triste mirar. El luto y el dolor acentuaban la belleza de Lady Lyanna, mostrándola como un delicado y frágil copo de nieve que peligraba en romperse en un simple desliz. La mirada de Lyanna, con aquel brillo triste, se perdió más allá de los muros de la Fortaleza de Invernalia, soñando con abandonar aquella tristes tierras en las que el Invierno había llegado sin avisar con la muerte de su amada madre, Alynne Manderly.
El deseo de salir de la fortaleza por parte de Lyanna, había sido aprobado por Lady Alynne mucho antes de su muerte, deseosa de ver a su pequeña loba convertida en una de las grandes señoras de los Siete Reinos, pero el Gran Lobo jamás compartió esas ambiciones y deseos, prefiriendo ver a su hija casada con uno de sus más fieles vasallos.
¨Jamás, padre, jamás...¨La loba ensartó la aguja en el bordado que sus virtuosas manos se encontraban haciendo, furiosa ante la idea de un matrimonio con algún norteño, pues ya le había aclarado cientos de veces a su señor padre que antes prefería ser una Septa a ser la esposa de un vasallo. Comprendía que una lady como ella le fuera casi imposible convertirse en la Reina de los Sietes Reinos pero tampoco era tan complicado arreglar un matrimonio con algún señor o heredero de alguna de las Grandes Casas de los Siete Reinos, o al menos eso era lo que pensaba.

La muchacha mostró una fugaz sonrisa al ver que sus esfuerzos con el bordado habían dado sus frutos. El bordado mostraba un fiero lobo huargo, el emblema de su muy noble Casa. Deseosa de mostrar su trabajo a su Septa que había tomado asiento en frente suya, Lyanna se levantó de su asiento y educadamente, mostró el bordado del lobo huargo a la pequeña mujer.
-Habéis hecho un buen trabajo, querida niña.- Aquellas simples palabras hicieron que Lyanna dejará mostrar sus perlas blancas en una sonrisa tímida, rara vez la perfeccionista Septa Ellaria no le sacaba ningún fallo en sus labores de costura .- Tomad asiento, niña. Tenemos que hablar.

Tras tomar asiento, la joven observó a su Septa. Era bajita pero tenía un carácter fuerte donde los hubiera, una mujer de armas tomar. Su madre también tuvo un fuerte carácter, pero eso no la libró de la madre.
-¿Aún seguís deseando abandonar Invernalia y el Norte, chiquilla?-La Septa la miró con una mirada que indicaba que no valía mentirle ni esquivar la pregunta. La muchacha suspiró y se inclinó por la gran amiga de las damas virtuosas, la verdad.
-Sí, Septa. No quiero seguir aquí, no quiero seguir aguantando a padre ni a Robb... No quiero seguir sufriendo por la pérdida de mi madre, quiero vivir y disfrutar de la vida.- Y la doncella de nieve tenía razón, una dama como ella merecía una vida de canción, vivir en un lugar donde el calor y la luz la despertarán todo los días y el amor de un buen señor. La Septa mostró una sonrisa comprensiva, tomando su mano con el mismo cariño de una madre.
-Mi querida niña... Algún día la vida os sonreirá, pero estos son malos tiempos. Son tiempos para que la manada de los lobos esté unida y no separada. Además... Sin vos, ¿Qué harían vuestro padre y hermano?. Ya no está nuestra adorada Alynne para cuidar de esta familia con sus suaves y dulces palabras.-La voz de la Septa Ellaria sonaba profunda y grave, casi como la de un hombre. Pero sin lugar a dudas, la pequeña mujer tenía razón en todo.

¨Tengo que ser fuerte... Por Robb, por padre y por mi madre... ¨La doncella de nieve tenía que ser tan fuerte y fiera como el lobo de huargo de su bordado, pues malos tiempos habían llegado a Poniente. El invierno había llegado sin avisar a la familia Stark con la pérdida de un ser querido, pero también había llegado al resto de Poniente en forma de rebelión.