Daemon FuegoOscuro

El caos reinaba en Desembarco del Rey, y las incesantes campanadas en medio de la hora más oscura de la noche así lo anunciaban. Los soldados leales al rey habían intentado detener a Daemon y sus allegados, sin mucho éxito. El sonido de una docena de caballos cabalgando a toda velocidad por las estrechas y adoquinadas calles solo alcanzaron a ser escuchados por algunos ebrios desamparados, pero incluso estando borrachos pudieron distinguir a algunos jinetes. Daemon y su hermano iban a la cabeza de la comitiva, seguidos por varios caballeros armados hasta los dientes.

Incluso los Dioses parecía no estaban dispuestos a perderse lo que a la postre desencadenaría una guerra larga y dolorosa, pues nublaron los cielos liberando una tormenta como pocas, enmudeciendo el sonido de las campanas con el retumbar de los truenos. Para cuando salieron de Desembarco del Rey, todos los jinetes estaban empapados hasta los huesos, pero en la mirada de todos parecían brillar con un calor no humano.

Daemon tenía muchas virtudes, pero la que más orgullo le producía era su facilidad para hacer amigos. No le había costado mucho esfuerzo grajearse el aprecio de sus acompañantes, mismos que estaban determinados a apoyar su causa. Siguieron avanzando por al menos un par de horas antes de llegar hasta la profundidad del ValleOscuro. –Nos detendremos aquí- anuncio Dameon, con aquel tono de voz que usaba cuando no estaba dispuesto a admitir replicas.

No tenía caso seguir avanzando sin un plan fijo. El Norte, Occidente o Sur. Era el momento de tomar una decisión. Si los Lannister no fuesen tan obstinados se darían cuenta de que una alianza entre ellos era natural y beneficiosa. –El Norte- pensó entonces, pues aunque los Stark tenían fama de personas honorables, siempre atendían razones. –Nos vamos al Sur, AltoJardin es nuestro destino- afirmo tras darse cuenta que el Norte estaba demasiado lejos.

El Dominio era probablemente la región más productiva de Poniente, si esperaba coronarse rey debía ganarse el favor de una de las grandes casas, de ese modo las demás se mostrarían más dispuestas a apoyar la causa FuegoOscuro. –Y recuerden hermanos- les dijo a los presentes. –Esta rebelión es por algo más grande que nosotros. No nos movemos por odio ni ambición. Nos mueve la libertad, el bienestar del reino y el amor que nos fue robado.- dijo con firmeza. Aunque breve, sus palabras fueron bien acogidas por el resto, quienes soltaron un grito de aprobación.

-¿Nos quedaremos mucho tiempo allí?- su hermano y brazo derecho, AceroAmargo, parecía un poco nervioso al soltar aquella pregunta –No hermano, el reino necesita sacrificios, que no pueden confiarse en las plumas negras.- sentencio. –Nos espera un largo recorrido antes de poder volver hasta Desembarco del Rey.- añadió con una media sonrisa en el rostro.

Lo que no quiso mencionar fue su desconfianza por permanecer mucho tiempo en un sitio. Más que preocuparle la influencia del usurpador, lo hacia Bryden Rios. Aquel infeliz traidor era probablemente la más grande amenaza para su movimiento, o al menos lo sería hasta que consiguiera asegurarse la lealtad de las personas adecuadas.

Todo lo que había desembocado en aquella situación le dolía, sin embargo al mismo tiempo no podía evitar sentirse emocionado. No había ya dobles caras, ni falsas sonrisas. Tomaría por la fuerza lo que por derecho le correspondía. Ellos eran: La voluntad del dragón.

Nos agrada tu narrativa y esperamos ver más de lo que tienes que ofrecer con un personaje tan vital en tus manos. ¡Mucha suerte, señor rebelde!