Todos los caminos llevan a Desembarco del Rey (Lyanna Stark)

La capucha protegía el blanco rostro de la muchacha del Sol y las miradas indiscretas de los habitantes de la ciudad. En aquellos tiempos que corrían, su tío había insistido en que la discreción era lo mejor para una dama de alta alcurnia como ella, pues si alguien se enteraba de los paseos diurnos de la joven por Desembarco, no dudaría en aprovechar para llevarla lejos de la protección de su familia y de la del Rey. Lyanna no tuvo que molestarse en preguntar quién cometería tal acto contra ella y con su familia. ¨Algún partidario de Daemon¨Lyanna sabía que podrían utilizarla para lograr el apoyo del Norte para la causa de Daemon Fuegoscuro  o empeorar más la situación, aquella rebelión de Daemon contra su hermano prometía regar Poniente de sangre de hombres buenos, la joven no deseaba saber que es lo que ocurriría si a alguien de uno de los bandos se le ocurría secuestrar a algunas de las jóvenes damas de las Grandes Casas.

¨¿Qué hemos hecho para merecer esto?¨Aún no había empezado la guerra, pero el período de incertidumbre y temor que siempre había antes de la tempestad era tortuoso y lleno de sombras, todos sabían que malos tiempos se avecinaban pero nadie sabía con exactitud lo que ocurriría. Y jóvenes como la doncella Stark, solamente sabían que aquellos tiempos tan turbulentos serían contados a sus descendientes como baladas manchadas de sangre, en los que unos serían los protagonistas, los héroes de las canciones, mientras que otros serían olvidados o humillados por los bardos.

La joven se había enterado de la situación nada más llegar a la ciudad fundada por Aegon, el primer Rey de los Siete Reinos. La muchacha vestía el luto riguroso por su fallecida madre al pisar por primera vez a Desemberco, y allí, buscando la alegría y las sonrisas que habían desaparecido en Invernalia tras la muerte de la Señora del Norte, lo único que encontró fue una ciudad de luto por la muerte de dos príncipes: Aerys y Rhaegel. Al enterarse de la noticia, Lyanna no pudo evitar recordar a la princesa de triste mirada, prometida a un príncipe que jamás supo apreciar a la que iba a ser su futura esposa... ¿Se habría reído de alegría al oír que su cruel hermano había muerto?. Lyanna lo único que podría asegurar sobre aquellos acontecimientos, es que los Dioses habían sido piadosos con la joven princesa.

En esos momentos, los colores de sus ropajes habían cambiado a colores más humildes: marrones, grises... Todos de tonalidades oscuras, queriendo guardar aún el luto por la madre que había dejado el mundo de los vivos antes de tiempo. No obstante, estos colores la mostraban como una dama de baja cuna y que le servían para pasar inadvertida por los curiosos ciudadanos de Desembarco. Aún así, siempre tenía que estar acompañada de dos hombres fieles a la familia Manderly, por lo tanto, no disfrutaba de la libertad que quería encontrar en una de sus escapadas.

Las calles por las que pasaba la joven norteña se encontraban abarrotadas de personas, y olían tan mal como las cuadras de Invernalia. La pobre muchacha tapaba su rostro con un pañuelo de seda para evitar que aquel olor tan horrendo entrará por sus fosas nasales y la dejará asqueada durante el resto del día. Sin embardo, Desembarco del Rey se trataba de una hermosa ciudad, con numerosas y amplias calles, increíbles edificios levantados por orden de los Reyes Targaryen, y con vistas al puerto y al mar. El gran problema de Desembarco era el olor y el calor, una calor tan espantosa que había hecho que una de las primas de Lyanna se desmayo delante de media ciudad.

-Esos... Esos son... Esos son leones, ¿verdad?-La mano de Lyanna se levantó lo más discretamente posible para que el rubio muchacho que era acompañado por esos dos peludos animales no se diera cuenta que lo estaba señalando.-¿Ese muchacho es un domador de leones, ser?.
-Sí, mi señora... Lo que vos digáis-Ser Wendel ni se molestó en mirarla a ella ni a los dos felinos, parecía estar más entretenido observando a una bonita muchacha que hablaba muy alegremente con otras dos amigas. Y ni siquiera se giro para ver como la hija de Lord Rickard Stark se abría paso entre la multitud para acercarse al joven y a los leones.

-¿Puedo tocarlos?-La muchacha se encontraba lo suficiente cerca del joven para ser escucha por este, pero también se mantenía a una distancia prudencial de ambas criaturas. Parecían gatos enormes y peludos, con melenas doradas que los hacían parecer majestuosos y magníficos, como si se tratarán de los Reyes de los animales. Quizá, si Lyanna tuviera uno de esas criaturas, no le haría falta la compañía de los dos inútiles de Ser Wendel y Ser Walder. Al menos, se encontraría más segura y tendría más libertad para recorrer las calles.

Spoiler:

Su llegada a Desembarco del Rey, la importante capital de los Siete Reinos, había sido un gran paso para salir de Invernalia de una vez por todas. No era algo normal que el propio Lord Rickard hubiera permitido marchar a su hija tras la reciente muerte de su madre, pero el señor de Puerto Blanco siempre había sido hábil con las palabras y no tardo en convencer a su señor; el lugar de la dulce Lyanna estaba en Desembarco del Rey y no en Invernalia, tan fría, tan oscura, tan llena de recuerdos dolorosos... No obstante, eso no significaba que se quedaría eternamente en Desembarco del Rey, algún día la joven y los Manderly tendrían que regresar al Norte, y quizá, si la peliaguda situación en la que se encontraba Poniente empeoraba, no volvería a salir de los altos y gruesos muros de Invernalia.

La joven norteña no pudo evitar lanzar una tierna risita al ver que los dos felinos se sentaban como había pedido su amo, incluso uno de los leones la estaba saludando, mientras el otro le costó más levantar la pata para saludarla, pero una mirada de su dueño logró que hiciera lo mismo que el otro león, pero no con el mismo entusiasmo. ¿Cómo podía ser que un animal como el león fuera tan temido en Occidente?. Lyanna había escuchado historias horribles sobre esos animales de la propia boca de su tío, historias en las que campesinos occidentales eran atacados por esas criaturas y rara vez lograban sobrevivir a sus mortales ataques, algunas veces lo único que se encontraban de esos campesinos era un pequeño trozo de su cadáver.
Aún así, los leones que tenía delante suya poco tenían que ver con esas macabras historias, más bien parecían dos gatos más crecidos y peludos de lo normal.

-Son adorables-Le comentó al joven dueño de los dos leones, mientras por la indicación del propio muchacho, se acercó con cuidado al león que con tanta energía la había saludado. La joven poso con delicadeza su diestra en la gran cabeza de aquel animal que había inspirado tanto temor en el corazón de los hombres occidentales desde tiempos inmemorables.- Aún no me puedo creer que se les compare con criaturas tan temibles como el kraken o el propio lobo huargo. Es una verdadera pena que en el Norte no dispongamos de tales criaturas.

La peluda piel del felino era suave al tacto de la blanca mano de Lyanna, le recordaba un poco a sus abrigos de piel de oso o de zorro que la protegían del frío en esas grises mañanas que solía tener el Norte. El felino parecía mostrarse a gusto antes las caricias de aquella dama norteña en su cabeza, estaba claro que ese león disfrutaba con recibir las atenciones de cualquier humano.

-Sois occidental, ¿verdad?-El muchacho tenía que ser por la fuerza occidental, los leones eran animales de esa zona, los propios Lannister tenían un león dorado en su emblema. Además, el muchacho poseía los rasgos Lannister claramente, pero también podría estar equivocándose, esos rasgos se habían extendido con rapidez por Occidente y casi todo Poniente.-Vuestros rasgos delatan que pertenecéis a la noble familia Lannister tanto como mi palidez delata mi procedencia norteña. Es la primera vez que conozco un Lannister que cría leones, ¿sabéis?.

Lyanna Stark permitió ensanchar esa sonrisa que se encontraba dibujada en su blanco rostro, dejando mostrar las perlas blancas de su boca. La joven se sentía llena de dicha, como siempre se encontraba cada vez que iba a Puerto Blanco y veía a todos sus primos. Quizás fuera por el alegre Sol que surcaba el cielo de Desembarco del Rey o por los dos adorables leones a los que había conocido esa mañana, pero la más joven Stark volvía a sentir calidez en su corazón tras la reciente perdida sufrida.

¨Gerion Lannister¨. El nombre del joven Lannister resonó en los oídos de la joven Stark. Ser Gerion Lannister, por lo que tenía entendido, se trataba del segundo hijo de Lord Damon Lannister, señor de Roca Casterly y uno de los nobles más poderosos de los Siete Reinos. Aún así, el joven que tenía delante suya poco tenía que ver con la imagen que se había hecho de los hijos del Señor de Occidente, el muchacho se mostraba amable y humilde con ella mientras que Lyanna ya se había hecho a la idea de que los jóvenes Lannisters eran altivos y orgullosos, lo cual la dejaba un poco confusa. ¿El muchacho estaría mintiendo?, no lo creía pero observar a un Lannister que no seguía el estereotipo marcado por su familia le parecía algo curioso.

-Es un honor conoceros, Ser Gerion-Apartó la diestra de la peluda cabeza del león y entrelazó sus blanquecinos dedos con los de su otra mano.-Mi nombre es Lady Lyanna Stark, siento no haberme presentado antes, Ser Gerion-En realidad, había estado esperando a poder escuchar el nombre del muchacho para poder presentarse como Lady Stark. Su tío le había advertido que no podía desvelar su verdadero y muy noble nombre a ningún desconocido, pero Lyanna sentía que podía fiarse del joven muchacho.

-Es lo más probable, Ser. Aunque los Targaryen tenían dragones e hicieron de ellos su emblema-Mencionó la joven Stark ante el comentario de Gerion, no muy interesada en el tema de los emblemas de las nobles casas de Poniente, pero que escuchaba con toda atención las palabras que salían de la boca del Lannister por pura educación.-Es posible que antes de vos, un Lannister tuviera un león. Al igual que un Stark hubiera logrado domar a un lobo huargo, pero eso es algo que nadie sabe, Ser, son cosas que han sido olvidadas por las gentes de Poniente.

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